Javier Orellana pasó por los micrófonos en nuestro micro exclusivo para el programa "Lo que Viene" por la Súper 107.5 FM, y nos contó los detalles de un producto con proyección nacional e internacional.
El gin argentino sigue sumando etiquetas a las góndolas de vinotecas y a las barras de los bares en todo el país. Hoy es el turno de presentarles la historia de Javier Orellana, un emprendedor muy particular, una persona que se encontró, como muchos, con un parate obligado en su profesión debido a la pandemia.
Esto empieza en el 2020 cuándo la empresa de representación de aerolíneas para cargas aéreas para la cual trabajaba, se vió con la obligación de frenar sus actividades. Pero, como reza el dicho "ni lento ni perezoso" Javier sacó su costado emprendedor y curioso por el mundo de las bebidas, y se sumergió en el arte de la destilación.
Si, destilar es un arte y para ese arte Javier se capacitó y sumó conocimientos para algo que "tocaba de oído". "Esto arrancó el año pasado como muchos productos que se crearon en pandemia. Si bien siempre tuve una afinidad por el whisky, el gin me resultó muy intrigante y empecé a interiorizarme un poquito y a capacitarme" cuenta para nuestro micro exclusivo en el programa "Lo Que Viene" (Súper 107.5 FM, Rosario). "En el segundo semestre del año pasado empecé a desarrollar la receta para tener un producto final a principio de este año" agrega.
El lanzamiento oficial fue en el mes de Abril, si bien podría haberlo tenido unos meses antes, Orellana decidió ir un pasito más allá del productor de gin promedio: "La demora se debió a querer pulir detalles en la presentación del producto, y particularmente con el registro de alimento para tener mayor seguridad, para no tener limitantes si uno quiere salir al mercado externo".
En busca de la fórmula:
Llegar a realizar un gin que dure y tenga una constancia en su producción no es fácil, y más si se busca una identidad como lo hizo Javier. El rosarino vive en la localidad de Roldán, una ciudad a minutos de Rosario, con mucho verde y con la posibilidad de tener frutas y botánicos propios. Eso sí, hay que ser muy minucioso y saber cuidar de cada plantita, de cada árbol.
Otra aventura nueva le esperaba a este emprendedor que supo viajar por el mundo, pero esta vez su viaje sería a su huerta, con el objetivo de crear una fórmula con insumos de calidad para lograr esa fórmula perfecta: "Habrán sido unas 10 pruebas que fuimos testeando sabores. Me enfoqué en cosas que nos explicaron en las capacitaciones, a tratar de ver que botánicos quería elegir y que vinculación tenían sus aceites esenciales, siendo siempre el epicentro el enebro. Me enfoqué en usar botánicos que yo producía, que tenía acceso y que no tenía la necesidad de ir a buscar, por una cuestión de tener el control sobre el producto" declaró.
Actualmente utiliza enebro patagónico "no dista mucho de la calidad que hay afuera" sostiene Orellana.
El 80% de los botánicos son tan locales que el título de "El Primer Gin Roldanense" está más que ganado.
Exceptuando el coriandro y el enebro (que son orgánicos), quinotos, limón, salvia, romero, laurel, tomillo y moras son algunos de los componentes que forman parte de Moonrakers Gin, y los tiene en el patio de su casa.
Sobre los frutos de estación, como la mora negra y el quinoto, y el resultado final que todo este trabajo le aporta a su producto, Javier explicó "al ser frutos estacionales hay dos meses que me dedico exclusivamente a cosechar, guardarla y acondicionarla para poder utilizarlos todo el año. Tenemos un producto final en dónde se nota la calidad y somos súper abiertos a las críticas porque en base a eso uno aprende a mejorarlo".
Una mirada sobre la industria y la producción de gin argentino
La vida profesional de Orellana ha sabido ser muy versátil. Sus viajes por el mundo le trajo muchos contactos y también conocimiento de lo que se produce afuera en materia de bebidas.
Consultado por la actualidad por la que pasa el gin nacional Javier contó que "Es un mundo con gente, tanto del lado de los productores como del lado de los bartenders, en dónde tenés muy buena onda y buena voluntad. Tengo mucho colegas que te dan un consejo, todos están en la misma que vos. Y por supuesto también te encontrás con personas que lo ven más como un negocio".
El futuro cercano de Moonrakers Gin:
A poco más de un mes de largarse la temporada fuerte del Gin Tonic, cóctel insignia que causó, y causa, furor en las barras de los bares, lo tiene hoy a Javier en una etapa de producción plena: "Estamos produciendo mucho para el verano. Quiero estar bien preparado para esta temporada".
Pero no se queda allí, Orellana va por más, y claro está, confía mucho en su producto: "lo otro es empezar a ver un poquito para afuera. La realidad es que el mercado argentino está muy abastecido de gin artesanal y de muy buena calidad. No tenemos nada que envidiarle al gin que vienen de afuera. Las competencias internacionales te dan un parámetro. Si tanto gin argentino está ganando medallas y siendo reconocido, significa que la calidad que tenemos es buena".
Aunque Javier recomienda que compren la botella para hacerse un gin tonic o un negroni en casa, y así vivir una experiencia propia, hoy se puede probar en la barra del bar "Basquiat", ubicado en el mítico barrio Pichincha de Rosario "es una forma de tener otra llegada, que esté como alternativa en algún bar y tener un feedback del público".
MOONRAKERS GIN, el nombre forma parte de una leyenda que le contó un cliente de uno de los trabajos de Javier, y que había ido a visitar en la zona de Gatwick (segundo aeropuerto de Londres) cuando se pusieron a hablar de gin.
Cuenta la leyenda que, hace aproximadamente unos 500 años, mercaderes holandeses se habían radicado en el sudoeste de Inglaterra para comprar la mejor lana de la región.
Esos mercaderes tenían un nostálgico paladar por su Ginebra, y un ajustado poder adquisitivo para satisfacer sus demandas. La Corona Británica sabía de este interés y había impuesto altas tasas aduaneras a los destilados importados. Era el mejor escenario para el contrabando de barriles.
La operatoria de estos aventureros implicaba esconder los barriles de Ginebra holandesa en estanques y lagunas, para poder retirarlos durante la noche, una vez vendidos.
Una fría y abierta noche de invierno, unos contrabandistas casi ven frustrado su negocio…Desde un bote, y con sus rastrillos, intentaban llevar algunos barriles hasta la costa, cuando fueron interceptados por un oficial de aduana. Al ser consultados por su accionar, tuvieron la grandiosa idea de apuntar al reflejo de la luna en el lago, y decir que la estaban rastrillando para obtener algo de queso.
El oficial de aduana lanzó una carcajada, pensando que eran dos pobres borrachos, y continuó su camino, dejando a nuestros amigos terminar con éxito su labor, y creando una leyenda… la leyenda de los MOONRAKERS.
Escuchá la nota completa para nuestro micro exclusivo en "Lo Que Viene" (Súper 107.5 FM)
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