Su ubicación, sus vinos y la propuesta gastronómica de Miguel Martín, hacen de esta bodega una de las más elegidas por los turistas nacionales y extranjeros. En esta nota te contamos por qué.
Al escribir esta nota es inevitable que invadan mi memoria los aromas y sabores de lo que fue, personalmente, una de las experiencias enogastronómicas más satisfactorias de mi vida.
Desde la ciudad de Mendoza nos trasladamos hasta Roque Sáenz Peña 3531, en Vistalba, Luján de Cuyo, dónde se encuentra, y de manera muy accesible, la bodega que lleva el nombre de esta pequeña región vitivinícola que hace muy poco fue reconocida como IG - Indicación Geográfica - por el Instituto Nacional de Vitivinicultura. Brevemente, una IG permite identificar un determinado producto y su origen, y garantiza las características con las que cuenta ese producto respecto a su lugar de origen.
De Bodega Vistalba estamos hablando, fundada en el año 2003 por Carlos Pulenta, tercera generación de una tradicional familia bodeguera.
El lugar está emplazado en una finca familiar que le permitió a Carlos volcar toda su experiencia y pasión por hacer vinos, pero en un entorno más familiar. La bodega, que cuenta con sus históricos viñedos, se combina junto con modernas técnicas de producción con el objetivo de elaborar vinos elegantes, a la altura de los ejemplares más destacados del mundo.
Paula Pulenta, cuarta generación de la familia, es quien hoy está al frente de la bodega y junto a un equipo de profesionales sostienen una fuerte presencia en el mercado interno y externo.
Recorrimos cada rincón guiados por la sommelier Carolina Kirkwood, quien nos explicó de manera detallada y muy atentamente, todo sobre la arquitectura del lugar, pasando por la elaboración de sus vinos, cada una de sus líneas, hasta el concepto del restaurante de la bodega y su propuesta gastronómica.
Allí nos despedimos y dio paso para que conozcamos y disfrutemos una experiencia única en Mendoza. Al ingresar nos recibió un atento Pablo Martínez, quien está a cargo del personal de "La Jamonería en Vistalba", el restó de la bodega que viene de la mano del chef Miguel Martín, titular de MM Jamonería.
Fanático del vino, apasionado por la gastronomía y la música, Pablo nos cuenta que "en la pandemia la pasamos bastante heavy, pero una vez que pasó, la euforia de volver después del encierro fue tremenda. Hasta el día de hoy es increíble la cantidad de gente que recibimos de Uruguay, Brasil y Chile. Para mi trabajar en esta bodega es una hermosa experiencia".
¿Qué probamos en "La Jamonería en Vistalba"?
Arrancamos con una selección de panes caseros y el aceite de oliva que producen en la bodega, maridado con un Tomero Semillón cosecha 2020, para luego seguir con una selección de jamones mediterráneos, de Italia y España, seleccionados por el propio Miguel Martín, que acompañamos con un Tomero Malbec 2020.
Las entradas, y he aquí la primer diferencia con las propuestas gastronómicas mendocinas, fueron a base de frutos de mar. La moza nos acercó unas "Navajas en salsa cítrica", "Trilogía de rabas en diferentes tempuras" y "langostinos al ajillo", que fueron perfectamente maridados con un Tomero Sauvignon Blanc 2020.
Los principales, que acompañamos con Tomero Cabernet Sauvignon 2020, fueron su "Cabrito al ajillo" y el plato estrella de la casa, una propuesta fuera de lo común y que caracteriza la cocina del lugar: "Merluza negra con fondo de jamón ibérico de bellota y espárragos envueltos en jamón de Parma".
Para cerrar, y de postre, probamos su "Laberinto de limón" y un "Coulant de chocolate con corazón de trufa", por supuesto, acompañado de un espumante, en este caso rosé de la línea Progenie, mirando y disfrutando las montañas que forman el Cordón del Plata.
Para profundizar sobre la propuesta gastronómica que ofrece la bodega en conjunto con "MM Jamonería" de Miguel Martín, hablamos con su chef ejecutiva, Soledad Escudero, y contó que "Nosotros como diferencial incluimos la pesca y los jamones que vienen de Italia y de España. En todas las bodegas hay menú de pasos, que lo tenemos, pero también trabajamos a la carta, le damos la oportunidad al comensal para que arme su propio menú y los disfrute con una copa de vino". Soledad agregó "en Mendoza no hay este tipo de menús. Acá trabajamos con una pesca propia y fresca. El mendocino es bastante crítico y exigente, pero se han sorprendido con nuestra carta y la experiencia que ofrecemos, han probado navajas, ostiones, mejillones, ostras, algo que no se ve en la gastronomía de la provincia".
La chef cuenta con una trayectoria de 18 años trabajando en la gastronomía, y recordó "cuando me buscó Miguel para este proyecto yo mucho, en bodega, no quería trabajar, pero al tener una carta abierta al cliente, con productos diferentes y producciones propias, la experiencia en la cocina fue otra. Dentro de lo que él quería pude darle una vuelta de rosca a las pastas con sabores diferentes, colores en las masas y demás" y aseguró que "Trabajar con Miguel es una gran experiencia. Es un loco lindo, con una exigencia en la que hay que estar en el detalle de todo, siempre respetando el producto y las materias primas".
Se retira Sole, nos saluda Pablo, voy con mi cámara a sacar algunas fotos más para esta nota y antes de irme reflexiono: desde que llegas hasta que terminas de almorzar, el personal te atiende de manera muy protocolar, pero sin dejar la calidez de lado, a eso sumale el paisaje, el entorno en el que se encuentra la bodega, sus vinos y los platos, diferentes a todo lo que había probado hasta el momento en materia de bodegas. Eso hace de Bodega Vistalba una experiencia multisensorial, súper atractiva para el turista, ya seas amante o no del vino. Porque acá te aseguro que si no te gusta el vino, una vez que visites este lugar y pruebes el maridaje que se crea entre todos éstos elementos, de alguna manera vas a empezar a entender de que se trata esta bebida tan noble, tan nuestra.
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